Nº de registro Sanitario C.2.2/5831

El proceso de duelo

El duelo es el proceso de adaptación por el que pasa una persona que ha sufrido una pérdida. Este proceso supone afrontar y reestructurar los pensamientos sobre el fallecido, la experiencia de la pérdida y el mundo al que se debe enfrentar ahora la persona que ha sufrido la pérdida, que va a ser diferente a lo vivido hasta entonces. Entendemos que el duelo normal se complica, pudiendo llegar a ser patológico, cuando algún punto de este proceso se ve interrumpido, impidiendo que éste se elabore y cierre en su totalidad, integrando la pérdida y su significado tanto racional como emocional.

Es muy conocida la visión del duelo por etapas, algunos autores han propuesto enfoques que conllevan hasta 12 etapas, aunque en la práctica clínica se ha observado que no todo el mundo pasa por las mismas etapas o fases ni con la misma temporización. Es por esto, que nosotros proponemos el enfoque de las tareas del duelo (Worden, 1977), pues hemos observado que el concepto de fases o etapas es tomado por los pacientes con cierta pasividad y sensación de que no pueden hacer nada para elaborar el duelo. Si bien ambos enfoques son de incuestionable validez, el enfoque basado en las tareas del duelo nos resulta más completo desde la psicoterapia, ya que se trata de un enfoque integrador.

Tarea del duelo I: aceptar la realidad de la pérdida

Cuando alguien muere, en ocasiones nos queda cierta sensación de irrealidad. La primera de las tareas del duelo consiste en asumir que se ha ido y no va a volver, no habrá un reencuentro, no escucharemos su voz al otro lado del teléfono… Esto es algo que parece muy evidente, pero es común que las personas nieguen bien la pérdida en sí o bien su significado. Ejemplo de ésto es la negación (no puedo creerlo, esto no me puede estar pasando a mi…), la momificación (dejar las cosas del fallecido exactamente igual que estaban, como si se esperase su regreso, restarle importancia a la pérdida o practicar un olvido selectivo de la información que aviva el dolor y/o prácticas esotéricas o espirituales que niegan la irreversibilidad de a pérdida (espiritismo, por ejemplo).

Aceptar la realidad de la pérdida requiere una aceptación racional pero también a nivel emocional. Para ello pueden resultar útiles algunos rituales sociales entorno al fallecimiento, como el funeral en el mundo occidental.

Tarea del duelo II: elaborar el dolor de la pérdida

Si el dolor asociado a la pérdida no se siente, reconoce e integra, dará lugar a síntomas físicos y otros problemas conductuales. La negación de esta tarea tiene como consecuencia no sentir: se bloquean los sentimientos evitando el dolor, se evitan los pensamientos dolorosos, se idealiza al fallecido para recordar solo aspectos agradables, se evade a través de consumo de drogas o alcohol, etc. Algunas personalidades que resultan más lógicas, analíticas y racionalizadoras suelen estancarse en esta tarea del duelo.

Uno de los objetivos del acompañamiento psicológico en el duelo es ayudar a facilitar esta tarea para que el dolor se reconozca e integre en lugar de arrastrarse toda la vida.

Tarea del duelo III: adaptarse a un mundo sin el fallecido

En esta tercera tarea existen tres tipos de adaptaciones a abordar.

  1. Adaptaciones externas. Supone darse cuenta de todos los roles que asumía el fallecido y que ahora quedan vacíos, provocando cambios en la vida de la persona que ha sufrido la pérdida (críar sola a los hijos, cambios en el nivel de ingresos, etc.). Es importante ahondar en los beneficios que se obtienen de superar esta tarea para poder redefinir la pérdida y la propia sensación de eficacia.
  2. Adaptaciones internas. La muerte también plantea el reto de adaptar la propia identidad personal de la persona que continua viviendo. De repente pasas a ser viudo, viuda, huérfano… y eso plantea la necesidad de reaprender el mundo y tu lugar en él.
  3. Adaptaciones espirituales. La pérdida puede poner en jaque nuestros valores y creencias básicas sobre la vida y el mundo, por lo que es posible que la persona en duelo se sienta perdida y sin rumbo. Por ello, es necesario dotar de sentido a la pérdida para recuperar cierto control.

Tarea del duelo IV: hallar una conexión perdurable con el fallecido

Debemos recordar a nuestros seres queridos aunque ya no estén, pero esto no debe suponer un obstáculo para desarrollar nuestra vida con normalidad. Hallar un lugar para el fallecido en nuestro mundo emocional, que nos permita continuar con la vida de una manera eficaz y funcional.

Es importante destacar que, aunque las tareas propuestas para elaborar y comprender el proceso de duelo resultan muy útiles, el proceso de duelo de cada persona concreta se verá influido por una serie de variables mediadoras que harán que cada proceso de duelo sea único. Algunas de las variables que influyen son la personalidad, la edad, el vínculo de apego establecido con el fallecido, el tipo de muerte y otras variables sociales (apoyo social, recursos, creencias…).

Referencias

Worden, J. W. (1997). El tratamiento del duelo: asesoramiento psicológico y terapia. Barcelona: Paidós.