Nº de registro Sanitario C.2.2/5831

La cesta de la calma. Cómo ayudar a nuestros hijos a gestionar sus emociones

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La caja o cesta de la calma consiste en un conjunto de elementos cuyas cualidades sensoriales o simbólicas contribuyen a calmar el estado del sistema nervioso de niños y/o adultos. Se trata de una herramienta que utilizamos para entrenar a los niños en habilidades de regulación emocional.  La regulación emocional es un proceso complejo, con varios componentes o pasos y la caja debe estar enmarcada dentro de todo esto proceso. Es decir, no se trata de coger un recipiente y llenarlo de objetos sin más, si no que todo el contenido debe tener un sentido para ese niño o niña en concreto y estar inmerso en un trabajo emocional más amplio que incluya hablar con los niños y niñas sobre sus emociones y las nuestras, ayudarles a identificarlas (nombrarlas, ayudarles a explorar dónde las sienten en sus cuerpos…), validarlas (aceptar sin juzgar eso que siento) y atenderlas (ver qué puedo hacer por mí o qué necesito ahora). Los niños deben aprender que las emociones nos traen importantes mensajes a los que prestar atención, en lugar de que son sensaciones desagradables de las que huir.

Una vez trabajado todo esto, podemos pasar a crear nuestra propia caja de la calma. Para ello, es importante que escuchemos al niño y escojamos aquellos objetos que a él le funcionan mejor (hay niños que procesan mejor en unos canales sensoriales que en otros). Algunos ejemplos de objetos que podemos utilizar son:

  • Bote de la calma
  • Pelotas antiestrés
  • Mordedores
  • Mandalas para colorear
  • Globos y otros objetos de soplado o que crezcan y se encojan para marcar la respiración
  • Papel de burbujas
  • Juguetes sensoriales
  • Peluches o mantitas
  • Palo de lluvia
  • Crema de manos
  • Lupa o cuentos de buscar diferencias para focalizar su atención

La cesta de la calma puede resultar muy útil, pero no suficiente por sí sola. No olvidemos que lo que verdaderamente calma, la esencia de la seguridad, es la conexión. Los niños llegan a este mundo sin habilidades de regulación emocional aún y éstas son aprendidas en un contexto relacional. Los cerebros inmaduros de los niños se sirven de las funciones de los cerebros maduros de sus padres, hasta que ellos mismos desarrollan estas funciones de forma autónoma. De este modo, los niños tienen un termostato para regular sus estados internos que aún no funciona; a cambio tienen el termostato de sus papás. De la interacción de ambos termostatos, el del niño se programará para uno u otro uso. Si el termostato de los padres no funciona adecuadamente, el termostato del niño será programado disfuncionalmente. Siendo así, no sólo las herramientas que ponemos en práctica, si no nuestra propia capacidad de regulación es clave en este proceso; pues el niño aprenderá a regularse tal y como haya sido regulado.

Además de recursos materiales de regulación emocional, necesitamos recursos en otras modalidades (cognitivos, somáticos, relacionales, simbólicos…). Teniendo en cuenta todo lo anterior, la cesta de la calma es un gran recurso material en el contexto de una familia que regula sus propios estados internos y sintoniza con los estados emocionales y necesidades del niño; dado que el niño internalizará un modelo de regulación sano.

¿Quieres ver nuestra cesta de la calma? En nuestro perfil de Instagram encontrarás unas historias destacadas en las que te mostramos todos los elementos que contiene y te explicamos para qué utilizamos cada uno de ellos. Puedes ver los vídeos aquí.