Nº de registro Sanitario C.2.2/5831

La transferencia por Sara Sarmiento

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Si hay algo fundamental en la relación terapéutica psicólogo-paciente, algo que no puede pasar desapercibido, es el concepto fundamental de transferencia. Descubierta por Sigmund Freud, la transferencia y el trabajo que de ella se deriva se convertirá en uno de los ejes fundamentales de la terapia para llevar a la paciente hacia su sanación y crecimiento interior, ayudándola a liberarse de los traumas pasados y de los patrones de relación que le dañan en el presente. Pero ¿qué es la transferencia exactamente?

La transferencia se conoce como el momento en que el paciente, de manera inconsciente, esto es, sin saber que lo hace, pone o proyecta en el terapeuta una figura de su infancia y se relaciona en el aquí y ahora repitiendo patrones del pasado, patrones que hace una y otra vez en sus diferentes relaciones, especialmente en la pareja. ¿Qué quiere decir esto? Quiere decir que la forma que la paciente tenía de relacionarse con sus personas significativas en la infancia (tomando un rol de sumisión, cuidadora, etc.) se activan en el presente, no como un recuerdo del pasado, sino como un vínculo actual que se da en el aquí y ahora con la terapeuta, como si de un niño con su madre se tratara, por poner un ejemplo, aunque puede proyectar a cualquier persona de su pasado e incluso ir “cambiando” de persona en la misma sesión.

La transferencia expresa así las emociones que la paciente tiene sobre sus personas significativas que a día de hoy están guardadas en su inconsciente y que son activadas por una persona del presente. Las ideas y emociones pasadas y presentes se convierten en idénticas y el comportamiento se reactiva frente a lo no elaborado, lo no digerido. Tarde o temprano la infancia sale en la terapia y se actúa, pero no sin un fin, sino para sanar algo que quedó anclado, dolido, no dicho, no construido. Es por ello que la paciente hará una y otra vez aquello que hizo, queriendo que la persona que proyecta en su terapeuta haga algo diferente, perciba lo que no percibió, actúe como necesitó. Y si somos capaces de hacerlo, de percibir estos segundos mágicos y de reaccionar como la paciente necesita, dándole lo que buscó y no tuvo, al tiempo que le hacemos consciente su forma de relación y su necesidad, estamos un paso más cerca del cambio, pero no cualquier cambio, sino el que la persona necesita.

Empezamos a vislumbrar así la importancia de detectar estos sagrados momentos para actuar sobre ellos, trabajando lo que quedó atascado en ese vínculo infantil, ayudando a la paciente a elaborarlo, llorarlo y sanarlo. Recordemos que la personalidad, el auto-concepto, la autoestima y la sensación de integridad y unidad se desarrollan en la relación con los otros seres humanos que nos protegen y cuidan, especialmente en la infancia, y es por ello que en la terapia tenemos que estar muy pendientes y poder ver y entender que éste es un momento ideal para la curación. Necesitamos saber que es en ese preciso momento, ese en el que la transferencia se da, donde tenemos que actuar no con técnicas, sino con vínculo, porque es en el vínculo sano y seguro donde la persona cambiará su percepción de sí misma, los otros y el mundo, tal y como descubren autores como Winnicott, Kohut y Bowlby, entre otros. Detectando la transferencia y sanándola la paciente podrá dejar de repetir de forma inconsciente aquello que necesitó y no tuvo, porque el daño que hace un ser humano solo puede ser sanado por otro ser humano.

Así, después de saber esto y entrenar nuestra mirada para detectarlo, veremos que muchas de las conductas del paciente quedan explicadas por este mecanismo: cambios de actitud, empeoramiento de la sintomatología, falta de interés, resistencias, abandonos de la terapia… El inconsciente y sus conflictos vuelven a estar presentes en la consulta y esto hace que la terapeuta entienda que no todo es hacia ella ni por ella (lo que ayuda especialmente en los casos más graves), aunque bien es cierto que la terapeuta debe observarse en la relación y ser una parte más de la terapia, porque el comportamiento de la terapeuta será lo que muchas veces active la transferencia y esto es información para entender y ayudar a la persona que tenemos delante con su sufrimiento.

Por esto mismo, desde mi punto de vista, las terapeutas debemos trabajar sabiendo que el pasado se enlaza y expresa en el presente, no podemos pretender olvidarnos de él o decirle a la paciente: “esto ya pasó, supéralo”, sino que tenemos que entender que al ser humano le van a afectar sus vivencias pasadas, pues es en ellas y a través de ellas donde se desarrolló su cerebro, su mente, su auto-concepto y su persona. El pasado se inmiscuirá en el presente alterando la percepción de “sí-mismo”, “los otros” y “el mundo” y es que se torna básico trabajar con la transferencia”.

¿Quién es Sara Sarmiento?

Hola, Sara Sarmiento Borge, psicóloga sanitaria y psicoanalista, terapeuta EDMR, profesora de mindfulness y yoga terapéutico. Llevo años trabajando con pacientes con sufrimientos diversos, entre los que destaca la dependencia emocional, trastornos de la personalidad y personas adultas con trauma infantil como abuso o maltrato, entre otros. He creado Yo Vivo Consciente, un espacio de terapia holística e integrativa donde trabajo con las personas desde la mente, el cuerpo, la espiritualidad y siempre teniendo en cuenta el entorno en el que viven. También hago grupos de terapia y círculos de mujeres y mixtos. Creo en una terapia muy humana, donde se ve a la persona con sus miedos y sufrimientos, se la escucha, acompaña y respeta, nunca veré a la persona como una enfermedad sin entender qué le ha pasado y qué necesita contarme. Creo que para ayudar hay que conocer, escuchar y respetar.

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