Nº de registro Sanitario C.2.2/5831

RETO PATERNIDAD CONSCIENTE

Os planteamos un nuevo reto de una semana de duración. Esta vez la temática girará en torno a nuestra relación con los niños y, aunque lo hemos llamado #RetoPaternidadConsciente, está pensado para cualquier persona que se relacione habitualmente con niños, aunque no sea padre o madre. Tenemos una semana por delante para trabajar en los niños, que son el futuro, pero desde nosotros; pues no es posible hacer cambios conscientes sin mirar hacia adentro. ¿Nos acompañas en este nuevo reto?

DÍA 1. EXPLORA TUS ORÍGENES

Imagina una mochila en tu espalda. Dentro de ella guardas todos tus legados familiares. Muchas cosas buenas, y otras no tanto, que forman parte de tí ahora, de la persona adulta que eres hoy. Reflexiona sobre el modo en que estos legados de tu mochila están presentes a la hora de relacionarte con tus hijos: en forma de estilos educativos, rigidez o, por el contrario, dificultad para poner límites, valores, costumbres, formas de hablar o relacionarte, gestión de las emociones propias y ajenas, normas…

Haz una lista de todas esas cosas que llevas en tu mochila. Seguro que muchas de ellas aparecen de forma automática, sin que te des apenas cuenta. Reflexiona sobre cómo las aprendiste y cómo se ponen hoy en marcha, cómo te hacen sentir, qué dicen de tí… Ahora, haz una nueva lista que incluya únicamente cuáles de esos legados quieres mantener y transmitir a las siguientes generaciones. Eres un adulto ahora que puede decidir.

DÍA 2. CAMBIA TU DISCURSO

Identifica esas frases que te repites una y otra vez, ya sea en voz alta o internamente. Son frases que hacen referencia a tu valía como padre o madre y también referentes a tus hijos. Podrían ser cosas como “no puedo más”, “estoy harto/a”, “nadie me hace caso en esta casa”, “este niño/a es un desastre”, “lo hace para fastidiarme”…

Haz una lista con estas frases habituales en tu discurso y responde a estas preguntas:

  1. ¿Este discurso suena a alguna de las voces de mi historia?
  2. ¿Qué reacciones emocionales acompañan a estas frases o pensamientos?
  3. ¿Qué función tienen para mí? ¿Para qué me sirven?

Cuando hayas hecho ésto, busca frases alternativas que las sustituyan y que puedan acompañarte de una forma más amable en esos momentos. Si son cosas que sueles decir a tus hijos, intenta que resulten sencillas, respuetuosas y en positivo. Por ejemplo: en lugar de “no me hables así”, decir “a mí me gusta que me hablen amablemente”.

¿Quieres compartirlas con nosotras? Seguro que tus ideas inspiran a muchas otras familias.

DÍA 3. ACOMPAÑA

Habrás escuchado muchas veces eso de que cuando los niños “peor se portan” es cuando más nos necesitan. Efectivamente, así es, pero lo primero que te vamos a pedir es que destierres de tu vocabulario la expresión “portarse mal”. Desde luego, a veces los niños tienen comportamientos que son desagradables para nosotros y que a ellos no les benefician para nada, pero es necesario que comencemos a ver esas conductas como lo que de verdad son: la punta del iceberg.

Por lo general, cuando nuestro hijo/a tiene uno de estos comportamientos, nuestra intención es poner límites para que éste se extinga a toda costa, lo antes posible. Pero poco podremos hacer por ellos si no comprendemos qué hay bajo esa conducta y les proveemos de herramientas para regularse de forma autónoma.

Te propongo el siguiente ejercicio. Cuando tu hijo/a tenga una de esas conductas, no hagas nada (sí, como lo oyes, nada). No corras a decirle qué debe hacer, lo mal que se está portando, no amenaces, ni intentes razonar. Quédate a su lado, en silencio y pregúntate ¿Cómo se siente? ¿Qué necesita? ¿Qué me está tratando de expresar? ¿Cómo puedo ayudarle? ¿Qué lección valiosa quiero que aprenda? ¿Qué modelo quiero ser para él? Sé cariñoso y dile cuánto le quieres también en los momentos difíciles (piensa que cuando tú te sientes mal, es precisamente cuando más necesitas escuchar unas palabras cariñosas y amables).

Eso te dará pistas sobre sus necesidades emocionales del momento (y las tuyas) y te ayudará a responder mejor. Además, le transmitirás uno de los mensajes más valiosos: estoy aquí, contigo, pase lo que pase y hagas lo que hagas. Te quiero sin condiciones.

DÍA 4. VALIDA

Valida las emociones de tus hijos. Validar es hacerle llegar que sus emociones son validas y tiene derecho a sentirse así. Validando ayudamos al niño a identificar sus emociones, tolerar el malestar, expresar adecuadamente sus emociones y regularlas, y sentirse válido y querible.

Cuando están en un momento de mucha activación, validar sus emociones ya sirve para calmarles un poquito. A menudo cometemos el error de querer reconducir la situación sin haber conectado antes a nivel emocional con el niño/a. Sin embargo, para poder reconducir, razonar o proporcionar alternativas antes debemos haber conectado con su emoción para bajar el nivel de intensidad y que su cerebito pueda comenzar a usar la lógica.

Te preguntarás qué cómo se hace eso, ¿verdad? Pues aquí tienes algunas pistas:

VALIDAMOS CUANDO…

  • Escuchamos
  • Mostramos empatía
  • Proporcionamos comprensión, respeto y apoyo
  • Reflejamos la emoción del niño
  • Comunicamos al niño que confiamos en él, le damos ánimos.
  • Permitimos la emoción (desaprobamos la conducta, no la emoción)

Ejemplos: “parece que estás enfadado”, “ha debido ser muy duro”, “claro, yo también estaría triste si no pudiera ir al parque”, “está bien llorar, estaré contigo mientras me necesites”…

INVALIDAMOS CUANDO…

  • Criticamos
  • Juzgamos
  • Castigamos
  • Decimos cómo debería sentirse
  • Ignoramos
  • Quitamos importancia

Ejemplos: “estás insoportable”, “no llores”, “ya está bien”, “no es para tanto”, “como no pares vas a llorar por algo”…

DÍA 5. HAZLE SENTIR VÁLIDO/A

Sabemos que uno de los pilares de la salud mental es una autoestima sana y que esta se construye a través de las relaciones con nuestros cuidadores principales. Los niños y niñas construyen su “yo” y la imagen de sí mismos a través de lo que les reflejamos los adultos del entorno.

Es de sentido común, que si un niño/a escucha “eres tonto” todo el rato, terminará creyendo que lo es y comportándose como tal (suspendiendo, por ejemplo). Sin embargo, muchas otras intervenciones más sutiles y sin ninguna mala intención también están influyendo en la forma en que construyen su autoestima. Por ejemplo, la exigencia. Muchas veces exigimos con nuestra mejor intención, porque confiamos en las capacidades de nuestros hijos y sabemos que pueden dar más (vigilar mi propio perfeccionismo como padre/madre). Sin embargo, esto sólo servirá para que el niño/a desarrolle la creencia de no ser suficientemente bueno, puesto que parece que siempre podría hacerlo mejor. Del miso modo influyen las críticas, las comparaciones y la tendencia a no reflejar lo bueno que hacen (sin idealizar, pero sí hacerles conscientes de sus logros).

Te proponemos un ejercicio que usamos en terapia familiar y, además de dar muy buenos resultados, ¡les encanta!

  1. Coge un rollo de papel grande (nosotras tenemos uno de IKEA) y dibuja la silueta de cada miembro de la familia en él. En cada silueta pon el nombre de la persona a quien corresponde y pégalos en una pared unos a continuación de otros.
  2. Reparte un taco de post-it a cada uno y, por turnos, id escribiendo cualidades positivas de cada persona y pegando el post-it en la silueta correspondiente.

*Puedes hacerlo sobre el propio cuerpo. Nosotras usamos siluetas porque les resulta más divertido y porque así puedes dejarla un tiempo a la vista del niño/a, para que vaya recordando lo bueno que hay en él/ella y también lo bueno de papá y mamá cuando estamos enfadados.

*Más delante, puedes completar la silueta con nuevas virtudes y también con post-it de otro color con aspectos que cada uno se compromete a mejorar

DÍA 6. AGRADECE

Cada día, por la noche, incluye un ritual de buenas noches en el que cada miembro de la familia agradezca tres cosas. Pueden ser cosas que le hayan pasado ese día o cosas que agradezca a los otros miembros de la familia.

Con este ejercicio mejorarás:

-La cohesión y comunicación familiar.

-Ayudarás al niño a poner atención a las cosas positivas, incluso en días que no hayan sido especialmente buenos.

-Educarás en valores.

DÍA 7. JUEGA

Es domingo, ¡no hay excusa! Los niños necesitan jugar y quién mejor que tú para acompañarle en un momento tan especial para él/ella. Compartir tiempo dedicado al ocio y la diversión es fundamental. A veces, tenemos tan poco tiempo, que el que les dedicamos se llena con obligaciones: te llevo aquí y allá, te baño, te ayudo con los deberes… aunque de todos esos momentos podemos hacer un tiempo mágico, es imprescindible jugar con nuestros hijos.

Cuando los padres observan, comentan o participan en el juego simbólico de los niños están estimulando sus capacidades de mentalización y fortaleciendo su vínculo con ellos. Por tanto, el juego es un puente hacia el desarrollo de la salud mental del adulto de mañana.

Si te cuesta jugar con tus hijos vuelve a tus orígenes, puesto que es probable que no hayas aprendido a hacerlo, que no te parezca importante, que tus padres no jugasen contigo… Recuerda que eres un adulto ahora que puede tomar mejores decisiones.